
Una de las virtudes del humorista es saber escuchar a quienes le rodean (por eso Rouco Varela nunca será un buen humorista). A raíz de esas escuchas, he ido transcribiendo conversaciones para convertirlas en viñetas protagonizadas por mis llamados "hombres pequeños": son retazos de vida que, con todo el cariño del mundo, he acumulado en libretas y cajones. Gracias a todos los que me hacéis estos regalos.

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