La primera vez que vi a Jay Leno, no me gustó. Yo admiraba a los humoristas británicos, y el tipo me pareció un blandengue. Sin embargo, poco a poco, este italo-americano cachondo que parecía haberse caído en una marmita de cortisona, fue haciéndose un hueco en mi corazón. Era más directo, más vivaracho que Letterman. Y era capaz de coger una mierda y convertirla en oro.
Ahora, tras 22 años en esa institución que es el 'Tonight Show', abandona el programa para dedicarse a... A hacer otro programa. "¿Qué necesidad hay?", pensarán muchos, "¡Dedícate a descansar y disfruta de la vida!". Y la respuesta del propio Leno es: "Lo que distingue a un buen cómico de uno malo, es que al bueno le gusta lo que hace y no espera obtener de ello nada más que el placer de hacerlo". Y muchos pensarán: "Claro, es fácil decir eso cuando se está forrado de pasta y se tiene una colección de coches antiguos en el garaje que haría palidecer a la propia Reina de Inglaterra". Pero nadie puede reprocharle a un tipo que duerme cuatro horas diarias y se prepara un monólogo de 7 minutos tras elaborar una base de 500 chistes cada día, que no se lo haya currado. Son muchos años en este negocio. Los suficientes como para que, de entre todo lo que ha dicho, haya algo interesante. Yo me quedo con estas dos reflexiones:
1) "Para ser un buen cómico, debes combinar dos cosas: buenos chistes y actitud. Si el chiste no funciona, tu actitud salvará el momento. Pero si sólo tienes una de esas dos cosas, será muy difícil que aguantes en este negocio".
2) "El fracaso siempre es el mejor maestro".
En cualquier caso, la mejor aportación de Leno es la respuesta que dio cuando le preguntaron sobre su aportación a la historia de la tele: "Sólo es un programa de televisión". ¡Qué grande! Si quieren saber más acerca de Leno, les dejo una entrevista que le hizo Charlie Rose.
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