
La originalidad de la propuesta radica en que, en el momento menos pensado, incorporan una canción a la historia. Y cada canción es un homenaje a un estilo, a una leyenda de la música (aunque, curiosamente, no hay ninguna que recuerde a Rocío Jurado...). Bret y Jemaine, que así es como se llaman los tipos, desafinan y, además, les importa un pito que su interlocutor les esté hablando mientras interpretan un tema o que la letra entre con calzador. Ellos cantan porque se lo pide el cuerpo (no hace falta más, todo es muy orgánico...). Y hay que reconocer que se mueven como pez en el agua cuando se trata de hacer escarnio del llamado neo-folk.
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